Se trata de un conjunto arqueológico, conocido popularmente como “Los Ladrillitos”, situado frente al actual apeadero del ferrocarril, en la frontera del río, y cuyo estudio demuestra la existencia de un antiguo muelle o embarcadero. Su construcción pudo estar motivada por el incremento del volumen comercial experimentado en la localidad a lo largo del s. XVII.
Ha sido excavado recientemente y, aunque su datación resulta complicada, se cree que es de época moderna, probablemente s. XVII. Se compone de cuatro hiladas de ladrillos y todos los datos obtenidos apuntan a que se trataba de un puerto de gran envergadura, de más de 76 m. de longitud.
Estuvo en funcionamiento hasta la década de los cuarenta del s. XX, destinado al comercio agrícola-pesquero de escaso volumen. En la memoria colectiva aún permanece el recuerdo del atraque de chalupas destinadas al comercio de palmitos, vino, cereales y madera.
Está declarado como Zona de Servidumbre Arqueológica desde 2018.